Uno de los sentmientos que más extrañamente me han acompañado en estos días, es uno que desde la profundidad de mi duda, se ha apoderado de aquellas cuestiones absurdas, pero que si le metemos un poco de imaginación, llegan a convertirse en herramienta de tortua, vil y mundana, que es dificil, pero superable a desaparecer. El titulo del post, que más asemeja a ese sentimiento de tenerle de algún modo, un respeto y reservación a todo aquello que implique nombrar a la vida misma, nacío a partir de que noté lo poderoso que era el verbo cuando nos ponemos en discución acerca de lo que hablamos, y lo contextual que sonamos al momento de establecer un diálogo. Es decir, lo poderoso y trasedental que puede ser el dialogar con alguién, o el simple hecho de decir, o no, las intenciones que están allí metidas como escarabajo. Y es que bueno, desde el punto de vista no social, ni tecnologico, el verbo funje como una arma poderosíma, que se debe de cuidar, y que muy libremente de la mentalidad que se maneje, está como un arma de doble filo que influencia mucho en nuestras realidad primaria y secundaria. Y a qué caramba vendrá toda ésta fusión exótica de definiciones y juicios, con el respeto que yo le tengo a la vida misma?, pues bueno, parte de ese miedo ha nacido por la manera en la que yo ultimamente he descrito mi vida, muy a parte de que no soy bueno hacièndolo, me he metido muy a profundidad a analizar la manera en que estoy concretando mi definición con la gente, ese miedo de estar endureciendo una vida estandarisada con la que la gente está formando su propio juicio de mí. Y más allá de eso, mis ideas un poco sonsas, que se aterrizan acerca de la quién me pregunta, y quién me esta sacando esa información, éstas llegan a aun momento en donde necesito paz interior para desahcerlas, solo pido a dios que sea parte de la basura psicológica, que a veces mi despistada mente genera por la sobrecarga de emociones estáticas.

Luz Silenciosa / Carlos Reygadas

Parte del miedo que se ha creado a partir de lo que pienso, también se ha visto materializado en las más reciéntes cintas que han llegado a mí, y que atinadamente razonan sobre las cuestiones, que ionvolucran y relacionan al verbo, con la vida misma. La felicidad no consiste en hacer lo que quieres hacer, si no amar lo que haces, dice Sartre, y si es que aplicamos esta frase dentro de lo linguístico que se forma el verbo, nos daremos cuenta, que querer decir algo no necesariamente es algo que nos lleve a decirlo, si no decir lo que uno puede decir, es parte de lo poderoso que llega a ser el mensaje. Dentro de esto, el mensaje que se solicita a cada instante con referencia a la vida, es muy fuerte. Quizá podría consiuderarlo como de suma prioridad por lo picado que suele ser con todo esto. A mí en lo personal, aquello que me haga recordar la intención de vivir siempre me da oxigeno, y es que si hacemos una lista de esas escondidas e insospechadas cosas, daremos cuenta que estamos mas cerca de la verdad. Parte de ello, se ha visto reflejado en -Quiet City- una cinta de la nueva oleada Mumblecore, camada de cineastas jóvenes, con los que yo ya me he enamorado y metido por lo personal que se logra mutar al cine para llevarlo a límites tan cercanos. -Quiet City- es algo así como, una cinta reflejada en los minutos de deslumbramiento de cualquier persona que pase cerca de la ciudad, y que a un simple reflejo solo llega a costar menos de 10 pesos. Una cinta absorbente, que ni si quiera nubla lo imaginativo de sus charlas, con lo real que llega a hacer el suceso, el instante, la chispa mágica llamada Presente. Aaron Katz, iniciador con un par de chavales como Andrew Bujalski con su -Funny Haha - y Michael Tully con su -Cocaíne Angel -, son los pioneros de un cine igual de íntimo que la vida misma, y que apuesta con la vanguardia para reflejar el lado más cercano a lo que comúnmente hacemos en nuestras vidas. Quiet City me recuerda a mí, me recuerda que a veces llegara ha hablar es parte del proceso de vivir, y que de momentos más cercanos, me está ligando a una redención de no preocuparme por el pensamiento que pueda surgir de lo dislocado que son esos pensamietos acerca de hablar. En Quiet City la vida de las personas pasa normal, el hablar consiste en una forma meramente interpretativa de fijar las cosas, más no de endurecerlas, parte de esa enorme lección está moviendo a mi vida, el hablar como un acto no de masiado a pecho, pero que se debe de cuidar. Aaron Katz, preocupado por la estética y la naturalidad de los No Actores, es un genio de la cámara, que a final de cuentas, nos accede a una cinta que ordinariamente, también está legible al público, con su infinidad de disponibilidad con la que se cuenta la cobertura de su promoción. Soundtrack grátis, Poster Gratis, e inclusive delineadamente la cinta entera y subtitulada - GRATIS-

Quiet City / Aaron Katz

Eso que Aaron Katz me recordó, ya lo venía haciendo Robert Rodriguez con -El Mariachi- y su antología que llega ser cara dentro de la vida en el norte del país. Hasta unos años, cuando aún no estaba profundizado en mis temas, mi vida parecía a Carlos Gallardo en - El Mariachi- una cinta que yo considero clásica y profunda, sobre la razón de la soledad y la profundidad del sintaxis verbal en nuestra vida. En el Mariachi los recuerdos que muy profundamente en la niñes me allegaron, están allí dibujados como los encuentros mal actuados pero con una profundidad poética, se llegan a conformar. No es una cinta de lo mejor, pero sí recordable, sugerente, ante una historía, que fijadamente llega a acercanos a la vida misma, de muchas personas en nuestro país. Robert Rodriguez ,después de habernos regalado esa película excepcional, deja atrás el buen círculo que posiblemente le hubiese dado más posibilidades. El mariachi siempre me va a recordar eso, lo cercano que llega a estar la realidad de otros, pero muy a parte de eso, lo especial que llegó a ser para el protagonista principalla interpretación de lo que decía y hacía con lo que se adentraba y fijaba dentro de sus ilusiones, esparódicas e incoerentes, pero imprevistas.

El Mariachi / Robert Rodriguez

Robert Rodriguez, a la par también me recuerda a otros dos mexicanos, que en su momento hablaré de manera particular, pero que de manera artística coinciden con lo que por ahora estoy debatiendo. Carlos Reygadas y Julián Hernández de mediática forma, tienen mucho que ver en esto acerca de temer con todo aquello que se incluya a la vida Misma. Carlos por su parte, cargado de una trilogía controversial, que dibuja panoramas extraños pero muy reales de un méxico frágil y constructivo, es uno de los pioneros de la realidad filmada que esta siendo tema de que hablar dentro de los Festivales Internacionales, y es que fijadamente - Luz Silenciosa- es una peli inolvidable, que a mi me hace reavivar un sentido tan vívido de la vida. Desde la primera toma hasta el crudo descenlace con el que concluye la cinta, es tan poderosa la imagen, que te llega a arrancar suspiros por doquier. Luz Silenciosa, es una joya, que no se debe perder, y que muy a parte del contexto verbal que en ella se incluye, me pone a pensar detenidamente, sobre las circunstancias que ahora tan cercanamente nos reflejan dentro de los medios visuales. La grabación mía, tuya y la de mis paisanos, está siendo transfigurada en una nueva revolución digital en donde ahora es más posible el juicio crítico con el que se construye la manera de decir las cosas. No sé si por ahora o tal vez después, el momento de ver la realidad,se convierta en un pilar clave para el desarrollo de una mentalidad que pueda abrir nuevos horizontes. Julián Hernández con su cielo dividido hace lo suyo pero de manera minimalista, a penas fotografíada, pero que ilustremente narra una historia de amor, tabulizada con matices algo indiferentes pero muy propios que llegana reflejar gran parte de las relaciones homosexuales del centro de nuestro país. Cine visual, muy personal, y que llega a confudirse con la vida misma, y que con todo, nos llega a poner en discución el poder que debemos tener al momento de hablar y decir cosas sobre ella. Es un tema fuerte, y que quizá no se conceptualice bien, pero..., al final cada cual llega a tener un propio destino que ya está marcado.



Después de esto, espero eliminar toda estupida sensación de lo que pienso al momento de hablar.
croe que si llego a derribar eso, estaré a un escalón de lograr muchas cosas buenas.

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