viernes, enero 11, 2008,7:01 p.m.
Réquiem

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Cuando se llega a crear un vínculo tan cercano con la fantasía, que cualquier chalado puede sugerir en sus obras, sus proyectos, o todo aquello que forma parte de el fascinante mundo de la creación de autor, es tanta la carga, que podría ser imposible definir la línea entre lo que podría ayudarnos, o simplemente destruirnos. Mi vulnerabilidad mental, es un coloso derribado que ha tenido muy altos combatientes, mismos que se valido de los recuerdos, de las batallas psicológicas que aún no he ganado, y que aún están esperado a concluir; mañana, o quizá pasado. Ese tipo de recordatorios, -que creo yo-, son los que más me putean, y me hacen renombrar mi condición de adolescente, son los que tengo cuando inicio mi recorrido literario, con las expresiones detrás de la pared, que sin saberlo, me hacen volver a recoger todos esos elementos, del eterno pero poco importante pasado de oscuridad, y malebolismo con el que llegué a convivir. Uno de los directores, que me llegó a dar recordatorios, de las cosas pendientes, y que ando pisando en esto que dura dos micras de segundo llamado presente es el señor Darren Aronofsky, un hombre que sin pensarlo, hizo una función sumamente distinta con sus dos trabajos – Réquiem For a Dream- y – The Fountain- y que ningún otro director ha podido acomodar, (ni si quiera el señor Almodóvar, o el congruente Kar-Wai, en sus dos puntos paralelos que tratan de manera perspicaz todo este mal rollo de la moral y el juicio del amor).




Réquiem For a Dream / Darren Aronofsky

Aronofsky, primero que nada, me sorprende en dos días repletos de emociones, de vívidas luces que me hacen recordar los anhelos de querer optar por la carrera de Arquitectura, y de esos días que solo se transforman en las horas del día. Es un arranque de año placentero, y suficientemente tranquilo, que ha hecho olvidar, pero no por ello borrar, muchas de las asignaturas pendientes que necesito volver a repasar. Asignaturas, divididas en dos vertientes, de una connotación que inicia a partir de mí, y se extiende a un familiar cercano, puntos que se hallan en las obras que el autor de la famosa peli –Pi- me ha renombrado como nadie jamás lo había hecho y que no debo de dejar pasar. Creo que yo, me tomo muy a pecho las situaciones subjetivas que el cine puede provocar, las emociones son compartidas, por que he tenido un par de cajas llenas de estrellas, que cualquier historia de esquizofrenia social controlada, podría encajar. Aronofsky, en su primera pelí de la noche, opta por presentarme a –Réquiem For a Dream, ese cuento recargado de un espectacular montaje –quizá el mejor que he visto hasta ahora-, que altera las neuras, y entra en una catarsis emocional, en donde se encuentran los apuntes incompletos de una incomún adicción que tengo, y que con la historia compartida, ha repartido la otra tarea, con el otro personaje cercano a mí que podría caer en otras de las exposiciones demográficamente sublímales que este señor adapta al film. Primero, un camino repleto de adicciones, y de la violenta, y como jamás editada en el cine, vida que estos drogadictos, pueden llegar a tener por conseguir un poco más de dotación para sus moribundas anciedades, esto hace recordarme a día el compromiso con la responsabilidad de controlar mis impulsos, mis decadentes atmósferas de anciedad, mis recuerdos, el pensamiento mágico de mis decisiones, e infinidad de clichés, y cosas que necesitan salir en definitiva de mi vida. Con esa misma fuerza que me llega atormentar este film, creo que podría llegar a atormentar a alguien cercano a mí, y que a fuerza lejana, pasa por una situación parecida a la que Sara vive, y que magistralmente es actuada por la veterana Ellen Burstynen el rol de una anciana, obsesionada por bajar de peso, y por los cutres programas televisivos de concursos, y lavados de cerebros, que le prometen una vida mejor. Mi tía es lo más cercano a eso, y lo que la maleabilidad puede destrozarte con las mercantiles ideas de un progreso distinto. Ella a su vez, metida en los negocios de farmacéuticos para adelgazar, y crecimientos económicos, por la venta de esos productos para una mejor salud, quedó arrollada – desde mi ver- en una depresión que la obsesionó con la lucha hacía la vida deseada, y tan ideal con la que construía las esfinges de sus sueños. El resultado fue malo, y al borde de ser fatal, pues sus asuntos legales, y familiares se le enrollaron, haciéndola que terminara en un estado contemplativo y de recuperación. Y fue una época dura para ella, y para su mano derecha, mi madre, la mujer que siempre está a lado de las 5 hermanas restantes, y de ese singular hermano que siempre nos visita. Los remedios de familia pueblerina mexicana, son de diálogos motivacionales, de espectros eliminados por experiencias externas, y que aterrorizan, pero que desafortunadamente a mí no me hacen reconsiderar los hechos, si volvemos a en el punto, a mi caso. –Réquiem for a dream- es de esas películas escalofriantes, que sin saberlo te cuentan hipnóticamente una parte de la vida que has vivido, y que sirven como recordatorio, y es esa magia que el cine de su autor plasma como nunca, dentro de las literas, cuadros, actores, y fotogramas señalados.

Su cine me ha encantado, uno lleno de imágenes cortadas, de música en contrapicado, y que atinadamente está a cargo de Clin Mansell, unas actuaciones muchísimo más que aceptables, y sobre todo un ironísmo, que a mí siempre me hace volver a “Buffalo 66”, con el discrepacia que el cine de la Costa Este siempre llega a impregnar.



Jared Letto - Jennyfer Conelly - Réquiem For a Dream / Darren Aronofsky



En su segunda proyección me enlazo con la charla que entre tres de mis hermanos, se formo hace un par de días. Minutos antes dormir, y con la luz apagada se creó una especie de magia sobre el tiempo, menudo tema que fue el tema principal de nuestras discusiones. La primera noche, que fue en la que dormí con mi hermana mayor hablamos de como el tiempo dentro de nuestro sistema pop-social de vida, llegó a marcarnos. Ella por su parte contándome fragmentos de su antisocial vida en el pasado, y yo por los míos, acerca de los estúpidos comportamientos, con los que atribuía mis expresiones, y mis desubicadas orientaciones al hablar, todo ello fue lo que entrelazó toda esa charla que al final terminó debatiendo el papel que el tiempo puede llegar a figura con la vida de un ser en su estado –tranquila- -atormentado- o –descuidado- y en su tiempo y espacio. Mi hermano al otro día retomó la charla y con un enfoque distinto acerca de que el tiempo solo podría fungir como un eterno motor que se mide por esas dos micras de segundo. Micras en donde el individuo observa, mira, respira, y crea la conexión necesaria con el mundo.

El tiempo, además de que llega a ser relativo, también llega a ser perceptivo, cada cuál vive un tiempo dependiendo de las situaciones con las que se va aumentando la capa de pensamientos que cosechamos en esas dos micras de segundo llamada presente, y que de igual manera como se viven se van acumulando en eso llamado Pasado. Dentro de lo que el tiempo podría establecer, se crea un debate sobre el espacio que llegan a tener las emociones dentro de ese tiempo, sobre el amor futuro, y sobre el afecto, que siendo lo más capciosos posibles, veremos que en sí, solo pueden ser líneas eternas, y fuerzas tan poderosas con las que convivimos a día, líneas trazadas con las que movemos nuestros egos, y nuestros miedos. Como en –La Caída- y el eterno dilema acerca de que si Hittler era la encarnación del demonio, y de esos malévolos planes, que más acá del punto religioso, solo llegan a acudir a la cita, de que el odio y el mal viven dentro de nosotros mismos y deben de ser combatidos. El mal allí funge como un combatiente ante la voluntad, y sobre esas micras de segundo en donde uno se da cuenta de que el odio se encarna en el ser, pero no està predispuesto, como un individuo que pueda romper los pilares del, tiempo si no los pilares con los que combatimos nuestros actos, en el futuro.. Y es allí donde recae nuestro pensamiento acerca de que es más fácil ver a Hittler como una criatura sobrenaturalmente bestial, que a un ser humano atormentado a su miedo interno que podría haber aterrizado en otro nivel de maldad. Dentro de esa misma cinta podríamos abundar que así como el amor, y el producto divino que está presente como la línea del presente, el futuro y el pasado, también el odio y la maldad son líneas contrapuestas, que aterrizan dentro de la disposición que el momento tiene en sus manos. Y es donde comenzamos a pensar acerca de las acciones, y los errores que tontamente recordamos en nuestros Actos. No tan alejado del punto, pero creando una hipnosis alta, queda –The Fountain- que el mismo director ha creado de su propia autoría, en medio de un año 2006, lleno de mediocridad comercial que trajo el cine mundial a sus días. En “The Fountain”, se logra ver un cuadro de conciencia psicológica entre dos personajes, en medio de una búsqueda que pretende encontrar la cura de sus miedos, la juventud, y la posibilidad de poder volver al estado de permanencia estable de las emociones. Dentro de un cuadro que podría tornarse complicado, se aborda el tema del tiempo como una cadena de engranes que se va jalando, y que va modificando físicamente los sucesos que en el presente se viven, y ¿por qué no?, que en el futuro se están planeando. Hay un conflicto social que aún nos hace ver a las cuestiones de la suerte, y la predicción de los sucesos futuros, como una distorsión fallida y que siempre recae con todo el peso de la ley, dentro del pensamiento mágico que gran parte de los seres humanos tenemos. Y creo que será difícil hacernos cambiar de parecer, ante una enorme avenida de ilusos avances tecnológicos, que el progreso nos está acomodando dentro de la programación psicológica de nuestra mente. En la cinta abordan todo eso. Cada cuál partiendo a base de la esposa de un científico que ha comenzado a escribir un libro acerca de la búsqueda que en la edad de la conquista, tuvo lugar en España, y que tuvo como motivo el encuentro razonable, del árbol de la vida. Árbol cuyos frutos, brindan la vida eterna, y la oportunidad de volver a renacer de las heridas. La historia juega una función en tres tiempos, el primero, que se está concentrando dentro de las dos micras de segundo, en donde el científico, se resigna a leer un poco del libro que su mujer escribió. El segundo, en la época de la conquista de mesoamérica, y que él mismo está relatando, y literalmente viviendo. Y en el futuro, en donde la conciencia se avala como el principal motor de la vida, en medio de la nebulosa, que antiguamente los Mayas, llamaron, “el paraíso en donde los muertos renacían” – Xibalba -. La historia colapsada de eventos visuales impresionantes, es a su vez, otro de esos recordatorios en mí, acerca de lo que el tiempo me está señalando a hacer. Olvidar un pasado que necesita ser enterrado completamente. Colocar como incógnita al futuro, con el cual no debo recaer mucho peso, y sobre todo, el de acudir hacía los hilos del amor, que llegan a ser eternos, como en la cinta, y como el toque subliminal que esta, patrocina a su favor. La de la esperanza eterna de que el amor nos salvará de las oscuras madreras de lo inesperado. En mendio de un momento en donde el culto al cuerpo, a la belleza sintética, y el descalabro del pensamiento ya establecido. Es difícil crear pronósticos, pero no proyectos internos para superar la adversidad, y más aún cuando estoy en una contradicción sobre lo que a día hago con mis actos.


The Fountain / Darren Aronofsky


Un increíble regalo que en dos funciones seguidas, halla podido leer la nota que el señor Darren Aronofsky me ha pautado con estos dos trabajos, que siendo un tanto superior la primera, no le quita en lo absoluto el valor imperativo que se postran en dúo, como presente dentro de las temáticas de el amor, el tiempo, y la fuerza de voluntad. Mismo recordatorio para no caer en medio de los torbellinos de palabras que salen de la mente de miles, y millones de hombres y mujeres que quieren comernos el cerebro a latigadas.

Ay! Señor Darren…

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posted by Arkturo
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