sábado, julio 19, 2008,11:14 a.m.
Las Horas del Día

Las Horas del Día - Jaime Rosales

Hace un par de días, para ser exactos el martes, viví un día conspirado en una subjetividad enorme. no es la primera vez, pero me sentía tan extraño ante la experiencia, que quize hacer uso oportuno de la expresión de que en realidad, era la primera vez que me sentía en este tipo de condiciones. Inicié un día y en general una semana, que estuvo muy calurosa frente a todo. Una temperatura que cagaba la paciencia y que te hacía pensar inoportunamente en cosas que no vale la pena recalcar. La casa estaba ese día viviendo un día de tranquilidad normal, que sentí fuera de orden. No por exaltar que en realidad mi casa es un caos existencial, si no que, considerando de que había bochorno espantoso, y situaciones poco comunicativas, era anormal que hubiese tan buen rollo, pero bueno, últimamente han sucedido cosas en cuestión de humor en casa, que si son de considerarse. En poco tiempo comencé a sentir cómo estaba todo cambiando. Casi una semana de viaje y estar de nuevo en la realidad de la que estoy habitualmente acostumbrado es todo un follón. El calor persistía, y todo parecía girar en cámara lenta, todo muy lento, era simplemente una toma fija que comenzaba a filmar situaciones de la vida común, Ese día fué tan grandiosamente común (como cualquier otro), que en momentos me sentía atrapado en una burbuja de comodidad tan profunda que lo único que uno podía hacer, era respirar y sujetar la mirada através de escaparates visuales que solo se contemplaban alrededor de piezas con un fondo estático. Comencé a vivir ese día con un aire sumamente extraño, justo me puse a ver una peli que había comprado y que en lo personal, se me hizo de exquisito corte cinematográfico. Jaime Rosales fué el responsable, de mis mapas visuales preorganizados, pero en especial, su obra Las Horas del Día, dibujaban a exactitud cada cosa que sucedería en el día. En especial, éste trabajo, es una obra realmente extraña sobre la cotidianidad y la atemporalidad, de como un ser humano es suceptible a estar frente la normalidad y de como cada canal de creación y efimiridad se concentra en esos mismos canales que a veces y muy cerradamente se presentan en la vida. Las Horas del día, además de; presentar una ìcono que solo Jaime Rosales puede hacer con tan buena mano, presenta algo que no sé como llegó a planearse. Hay maneras de reflejar la realidad en el cine. Que en sì uno de los propósitos más fieles de hacer cine es el de reflejar a la vida Misma. Ante este tipo de objetivos, el señor Rosales presenta una obra de sumisa complejidad. Una exposición vacía de elementos ficticios que te provoca una sensación muy familiar al momento de probarla.



Las Horas del Día

Al momento de estar experimentando esa sensación y de estar en pura subjetividad con la obra de Rosales, enormes dosis de Hispandiad Ibèrica sacudieron lo poco que llevaba de día. Puse el reproductor y solo escuchaba la segunda parte del Ana José Nacho, que fielmente acrecentía una burbuja que me transportó a lugares innocuos. Yo en cierto periódo de mi adolescencia, estaba fascinado con España, Erik me golpeó la cabeza, y terminó enamorandome aún más de Barcelona. Fué un instante en donde colocaba todo lo posible a mi alrededor, que me hiciese llegar a esa vida. En realidad andaba equivocado, todo eso que veía en internet era un mero reflejo de lo poco que existe. Péro aún así y con 11 añillos estaba consciente de que eso no iba a ser real hasta que lo derrochara. Muy a pesar de que mi aptitud y sobre todo conscienca estaba erroneamente mal frente a la idea que tenía de vivir en españa, recuerdo con mucho afecto esos ideales, que parecidamente se sentían como el cambio que precisamente España dió a finales de los 80tas con La Removida, y el empuje de artistas como Almodovar, Alaska, y Mecano, brindaron a esa gente enterrada en el franquismo. Pasaba desde Perdido en mi Habitación, pasando por Stereosexual, y adjuntandome parte de los folklores que España conjunta en su cultura, casi terminaba con No es Serio este Cementerio, pero recordaba que No Hay marcha a New York era un sitio perfecto para hacerme entender todas esas cosas que imaginaba en algún momento de Ciudad de México.

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posted by Arkturo
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