martes, julio 15, 2008,5:11 p.m.
No Hay Marcha a Ciudad de México 4



Madly - Tristan Prettyman

Ayer casi después de que me dejara el camino que me traería insospechadamente a mi hogar, tras transcurrir 5 tan reales, y raros días, ha vuelto un rayo de deslumbrez que se ha apoderado enormemente de la perspectiva atrós con la que miraba a la vida.

Salí un Jueves a las doce de la noche, era común la preocupación de mis padres, y amigos cercanos, la de viajar solo a una ciudad que a cada instante parece un mounstro dormido que en cualquier momento pudiese despertar. Fué Miércoles, y las ancias oportunas dentro de la espera para iniciar la partida con regreso incluido estaban al por mayor. Era consecuente que había algo exquisito que rodeaba toda esta travesía. Era mi espera la que comenzaba a relacionar cada hecho real con algo programado y previamente filmado. Me sentía como en el cine, y viviendo en por mayor un orgasmo de felicidad acomulada, la de poder realizar por mi propia cuenta un viaje tan pesado y fuerte como el que realizé en estos días. Me empaqué las maletas y marché, me bendicieron, mi dieron más dinero, y me otorgaron una seguridad de por mano, que bastó para hacerme sentir afortunado. Era solitario el sentimiento de miedo, tenía más que nada una necesidad de liberarme de ecosistemas emocionales que me estaban aquejando en esos días. Dejé a gente trabajando en las cosas que están en mi cargo aquí en Misantla, y terminé por no despedirme de la chica que me ha acompañado en un extraño viaje de alejamiento a la soledad. Marché, tomé un taxi, y justo era una noche lluvioza, creo que era un buen presagio, siempre las cosas buenas terminan ocurriendo como en un lado contrario de Hable con Ella, que las desgracias terminan encontrándose con esos extraños augiros de ficción preprogramada con la que hacen poesía. Fuí en el Taxi, y llegué, de inmediato comencé a sentir que me faltaba algo, y sí, una comida que mi mamá había preparado estaba a punto de ser abandonada en esta pequeña gran ciudad. Y pues nada, llegó mi hermano y se despidió de mí, traía una cubeta de tamales con verdura y un sermón instantaneo de que abandonara la despistéz que a veces se apodera de mis instintos. Abordé, y pues... todo lo demás se convirtió en Historia....

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posted by Arkturo
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