Muchas han sido las veces en las que borrar nuestro absurdo ego sobre la faz de la tierra por un instante, nos sirve para disfrutar en medio de la nada, la delicisia de una buena conversación que se ah iniciado con un desconocido, que se ah iniciado con una desconocida imágen, con un desconocido momento, o mejor aún con una desconocida idea. Últimamente eh estado sonando mucho rings de alarma con lo que sucede en mi vida, y sí, están sucediendo cosas que se mueven en torno a mí, sucesos psicologícos, de salud, de la escuela, de la familia, y de demás... que solo me inspiran desesperación, mi maestro de informática que lo eh catalogado como un tipazo, siempre me ah dicho que no me desespere con las cosas que pasan, y es verdad, a veces todo sale de control, hasta mi absurdo ego que solo quiere salvarse y quedar libre de toda aspiración de error o verguenza pública.
El absurdo ego que casi siempre nos concilia en la según NO ignorancia que nos autoponemos, en situaciones familiares, ese caso me ah servido para representar mi desesperación en el hogar; primer paso, mi madre con un dolor de garganta entra a la escena quizás su enorme ego de saber lo que hace, impide que uno le proponga ideas más acertadas de la situacion, sirve en desesperación la comida, y pilla los botes de ropa para ir a lavarlos al río; segundo paso, una tia de no más de 12 años toma el plato, lo sopea, riega algo de comida y sin que nadie se dé cuenta lo cucharea para después tragarlo; paso tres, un niño de menos de 7 años, come con siete dedos, tira comida y ante ello es evidente el momento; cuarto paso, mi madre alardea puesto que la hermana se desespera al ver que el pequeño no le pasa la tortilla, se gritan, se tiran comida, y se pegan, mi madre tratando de controlar la situación, le da un golpe en la mano a mi hermano, el grita, y se desespera, mi madre toce, enmedio de una casa que está peor que un basurero, yo solo miro, mientras Air con su soundtrack de Virgin Suicides está en el fondo, después me paro, comienzo a buscar mi ropa sucia a lavar, y la llevo al lavadero, me duele la vejiga, también tengo mucho sueño, puesto que no puedo dormir, me estreso y desespero con tal situación, un hermano que se pone la ropa, y yo aún con mi ego de quererle poner un ejemplo a seguir, mientras que yo me pongo los pantalones caros de mi hermano ya economicamente establecido, mi ego se sacumbe y quiero darle un ejemplo a mi madre, sin tener un fondo que lo respalde, Quint Acto, me desespero, y salgo, una comida a las 10 de la noche, intentamos dormir y el calor nos sofoca, solo hay tres cuartos, en uno duerme mi madre y mi hermana, en otro duerme mi hermano, en otro duerme mi hermano pequeño, mi hermano, y yo, en el otro está un padre borracho que con mi ego quiero aplastarle, pero me contengo, me salgo tpillo una taza de café y me subo al auto, miro las estrellas y comienzo a escuchar una bonita balada, que están tocando allá al fondo de esas que componen los tríos mexicanos de los setenta, que sin darme cuenta, me hacen pensar, y convertir un momento mágico, allí tiro mi ego, allí tiro lo material que puedo ser, el dolor que puedo contener, puesto que solo lo tengo en la mente a manera de no resignación por todo ese ego que me cargo, quizás el té me ah ayudado, quizás me ah ayudado escuchar la canción o quizás lo fresco de la noche que no se compara con ese horno que es mi casa, no podía dormir, ni tampoco paraba de delirar, de odiar a veces el capitalismo, de imaginarme de igual manera en el tren con mi gorro en donde pueda conocer a una bella señorita que me cambie la vida o un caballero que me haga sentir acompañado, allí saliendo con una híbrida conversación que me altere los sentidos, que me haga mirar hacia el cielo, y que me haga tirar una sincera sonrisa en medio de las tazas de café, quisiera vivir como Joel, y quisiera tratar de no olvidar a una Clementine que me encuentra, y que me hace tirar ese ego medio absurdo que siempre suele colarse con las pelis de Hollywood, y la música barata de los comercializadores plásticos gringos. Sin pensarlo, me eh parado hoy con algo de desesperación, me sentía así, como un Joel que no quería hablar pero habló, que dejó seducirse por el momento de humildad y unidad individualista, que solo se capta de desarrollar miradas con rostros de verdad pura que solo se refleja en los parpados, en el movimiento de pelo, en las eses, y en esos horrendos dientes, que solo demuestran lo redendido que es la humildad, cuando un ego es consumido por el momento ideoneo de decir un alto.
y me eh querido subir en metros y esperar ese momento, en donde el silencio le dé un complemento especial a todo esto que podría convertirse en un Deja Vú, que muy alejado de los libros, y de los pensamientos, me haría feliz. Ahora, quiero borrarme el égo de la memoria.
creo que después de ver esa cinta, las cosas cambian.
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