No debería estar aquí escuchando de nuevo esa instigante voz que siempre suena cuando cruzo esa puerta, de que sirven los reproches cuando la mente está nublada, bloqueada y con rollo medio bollo poco abundado. Por que llamas, ahora que hiba abordar el tren hacia Ciudad de México, por que justo ahora que ya no uso un sombrero como prejuicio de pertenecer ha este lugar, a esta tierra, y a esta casa que me ah servido de consuelo. Qué bueno el no haberte encontrado, por que se que siempre harás lo que harás, siempre sacarás tu filosofía de dipócrito que siempe me da óstigo sabor en la boca. Qué bueno el no haberte allado y el sí poderte respondido con la cara en alto por medio de esto, ya no mires los tacones, ni tampoco la gabardina cara que se acompaña con coñac, ni tampoco me veas como el único de los cinco que sí pudo defraudarte, me siento mal de no haberte dicho tantas cosas en la cara, ni de quererte dar el último abrazo, que como buen anfitrión siempre doy, ni tampoco devolverte tu navaja pequeña que siempre me ensartaste en el pecho y en el cinturon de la parte derecha del pantalón, para cuando leas esto andaré en otro lado, en otra gente, y en otra mente, ha dos o tres metros bajo tierra si es que quieres, por que creo que siempre lo que querido en mí, lo has cumplido. Me voy padre, creo que es momento, para que yo sea el que pague la cuenta por los tragos que te has tomado dándole lecciones de vida a un muchacho rebelde. Sueña como yo soñe con las noches de luna, libera el lado femenino que creías estaba en Larisa, en Dalia, en Lucía, en Sonía y en mí, que bueno, para ello ya tienes suficiente.

Deja un recado cada vez que salgas de escena

De nada me sirve haber llegado, si siempre haré paradas a cada esquina para poder subir y volver a bajar, de nada me sirvió creer que el destino de un mortal sería distinto.

//-Fuera Antonio, Fuera-//