sábado, noviembre 26, 2005,2:39 p.m.
Lo que por dentro me come...
Dicen que violaste mi cuerpo mientras dormía, que tocaste mis pechos y no debías, que colocaste tu hombría entre mis piernas y me hiciste gritar de dolor mientras me brotaba el alma, por la sangre que bebías.
Dicen que acariciaste mi cabello y lo olías, que arañaste mi rostro, hundiste tu mano en mi vientre y sonreirás, dicen que en la noche tu gemir, complacían los oídos de tus amigos, las desdichas de tu madre y el reprochar de tu padre, pero aun así reías y tu euforia notaba esos ojos de lujuria que me amenazaban.
Pero luego de la tortura nocturna, dejaste tu rastro blanco en las sabanas, un deseo incontrolable de acariciarte y un veneno en los labios por besarte.
¡Regresa ahora y hazme sufrir nuevamente, olvida las palabras que te mienten, pero hiérreme, tómame y viólame!
De los pocos placeres que me quedan, uno es el recuerdo de tu cuerpo, ahora por la ventana te veo optimista, sincero y decente, mientras tomas la mano de otro hombre que te engaña diciendo lo que ya no sientes.
Pero a mi desdicha dejas de piernas abiertas y piel sensible, de calor humano, de marcas de sangre y de dolor indeleble.
Te veo por la ventana nuevamente, ahora de la mano de una joven, mi hija ha caído en tus engaños... espero que a ella si le implores, el volver a ser cordero de sus rebaños y declinar la desdicha, esa mentira que por dentro... me come.
