Mi nombre completo es Arturo Fernández Jiménez, nazco en un pueblo del noroeste de Veracruz llamado Misantla, en México, un día 15, del mes último y con terminación 1990. Soy aficionado al periodismo en todas sus vertientes, a excepcion de chismes y vanalidades pronunciadas. Aficionado de igual manera al cine, de la música, de la escritura, y ocultamente del Soccer, me gusta coleccionar banderas, hacer problemas de arquitectura simples y ver series de televisión, aunque en el principio, todo esto no era así. En su principio mi vida desde de la partida, hasta el ahora, ha sido larga, pero con etiqueta corta. Desde edad pequeña además de estar loco de la cabeza, comienzo a delirar como lo que uno simplemente anhela de su propio instinto. Entre lo mucho o lo poco que me distinguió de pequeño, es que tenía los pies, igual de largos que el tamaño que se mide de mi cabeza a las estrellas. Logré interpretar las cosas que las madres siempre anhelan de sus hijos, y las historias que los padres echan de menos en ellos. Crezco y sufro un par de accidentes, en frente, y brazo, que me marcan como carne de supermercado, y allí con dos pies me voy derecho a lo que sigue con la educación básica. Me he distinguí poco después con mis méritos académicos, y mis soluciones fáciles hacia las matemáticas, encaminaba las cosas que siempre quieren ser puestas a corriente, cuando tienes edad pequeña y tiempo suficiente para poder desear con propia palabra la vida que quieras para siempre
La adolescencia marca algo básico para escribir y para ser escrito con las con las críticas. Yo como hombre, y no como niño comienzo a darme cuenta de lo simultánea y paralela que era la realidad con la que me crecía, y fue justo allí cuando comencé a echar cuentas de las cosas. El primer trabajo que tengo, después de trabajar como un único día de Newsboy, y luego de cortador inexperto de café, fue el de un chico de central de llamadas e Internet, con mis teléfonos y mi ordenador que con 13 años, y con un año 2004 comienzan a ser los mutiladeros y los corresponsales de todo lo que comenzó a formarse. Era el momento justo para comenzar a escribir una historia de denuncia y auto trabajo, de meterme a eyacular mi mente con el arte, las historias desgarradoras, las sobrenotas, y los cálculos matemáticos, todos con sabores distintos y encasquetados con lo que cada ser humano simpatiza de ellos. Para el 2003 y solo teniendo los trece, inicio con la preparación de este proyecto que se enlaza y oficializa con el inicio de esta página hasta el 2005, y que justo en esa fecha, nace como un proyecto de divulgación pública sobre mi experiencia y mi punto de vista como adolescente inexperto y puesto a caminos cortos y largos, en veredas del cine, de los galopes de un pueblo que se extingue a pedazos por sus gobernantes, por lo poco o mucho que leído, y por los sonidos nacidos del corazón que siempre merecen ser escuchados, y después tocados en algún salón de el Quartet Street de New York, a corde de alguna nota de Tango.
He viajado, he sufrido, he amado y también he odiado, todo bajo mi nombre y bajo el nombre de todas las historias que se formulan y se pegan a la mía, a diario, entre lo real, lo ficticio y lo fantasioso. Lucho contra la miseria de vivir en un mundo al que se le extinguen las municiones para su tribu, en el lugar en donde los hijos de dios están siendo asediados por los bombardeos de flechas de fuego que ellos mismos han creado y que han lanzado hacia el cielo, para después caer por el mismo peso gravitatorio hacia sus caras y sus hermosas cabelleras cuidadas con los mejores shampoos y tratamientos del centro capitalista que los controla. Lucho de igual forma contra mi mismo, contra la tentación de seguir dañando mi cuerpo, y de pisotear mi autenticidad y así perderme en el intento de ser algún día, lo que soñé de mi mismo. Lucho por mi vida, y por el día en el que logre encontrarme con dios, y con todas esas cosas que uno debe quitar de altares, y edificaciones coloniales extrañas, que a mucho interés no merecen ser escritas. Todo con mi propio tono y mis propios errores, bajos azules, y altiplanos, con música saxo de fondo, y finales cerrados por las mujeres que son mujeres, por los hombres que ya no son hombres, y por todo aquello que sobra que ha salido de lo incorrecto.