lunes, diciembre 05, 2005,7:57 p.m.
Respira...
Vamos a respirar el humo que dejan los otros, las sombras que producen la luz y las gotas de roció guardadas en los árboles.
Respiremos nuevamente el amanecer que nunca nos llego, esos tenues colores que saboreaba dentro del paladar, en la cucharas de azúcar al agregar el café.
Nuevamente un aroma a ceniza caliente, recién encendida la hoguera, una gran tabla se eleva y los ojos en ella se clavan.
Un aroma seco, dulce y amargo, algo que rompe el frío con su mismo cuerpo y que trepa por la tabla, sus ojos también se clavan.
Y perforan, elevan y se hunden en ese incesante chispeo de rizos rojos colmados de fuego, es un éxtasis ese cuerpo ondeando como bandera en su mástil, se quema cada vez más, sus manos rasguñan la madera, y los ojos se impregnan de sombras, mientras su boca grita sórdidamente el silencio de un auxilio.
Al apagarse esa fogata, los huesos en restos se calcinan y regresan a ser aire.
Vamos a respirar el humo que dejan los otros, ese viento que emana del carbón en el lumbral, las migas de su cuerpo, pronto aire serán.
INCONNU